sábado, 8 de enero de 2011

La pradera de San Isidro.Jaime Nicolao.


Y ahí estaba yo, en la pradera de San Isidro, como un madrileño más en un día de romería. El tiempo era estupendo. Se notaba la primavera. ¡Quién me iba ha decir que un pintor como Goya retrataría aquel día!
Cualquiera que viese aquel cuadro dos siglos después pensaría que se trataba de un simple día de fiesta. Pero yo sé que había algo más. Mi jefe, perdonad que no os diga su nombre, me había enviado allí con la orden de investigar y recoger datos acerca de lo que el pueblo opinaba de las reformas llevadas acabo por nuestro rey Carlos III. Yo tenía que aparentar un simple galán con intención de conquistar a alguna dama.
Aquel día me enteré de muchas cosas y como había tanta gente pasé desapercibido para todo el mundo menos para Goya.
Al día siguiente presenté un informe detallado sobre lo que preocupaba a los madrileños, entre otros temas, la mala salud de nuestro rey Carlos. Tristemente murió aquel año. Su hijo y sucesor Carlos IV no sería tan buen rey. Pero esa es otra historia y comienzo a irme por las ramas.
Lo mejor de aquella tarde de fiesta es que conocí a una dama, esa que veis con el corpiño rojo y que era una estupenda fuente de información. Me ayudó mucho en lo profesional pero lo mejor de todo fue que tras verla en días sucesivos fui conociéndola y ¡Se convirtió en mi esposa!
Han pasado los años y me gusta cada vez más contemplar este cuadro por todos los buenos recuerdos que me trae. Ahora soy un simple jubilado al que todavía le gusta ir a esta pradera. Es verdad que me encanta conversar con la gente y enterarme de chismes sobre Carlos IV. Me olvido que ya no soy un espía y mi mujer se enfada. Sin embargo mis nietos disfrutan correteando y cuando se cansan me dicen: ¡Abuelo, cuéntanos una historia de las tuyas! Y yo voy y me invento una porque claro, mis aventuras como espía son secretas y esas no se cuentan.

1 comentario:

  1. Hola Jaime, soy liberto de 1 E.
    Me ha gustado mucho tu historia
    Pero es un poco corta como la mía
    Pero eso da igual, bueno nos vemos en
    El insti.

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