viernes, 14 de enero de 2011

El niño extraño. Enrique Morro.


Había una vez un niño al que no le gustaba hacer nada por nadie.Se llamaba Carlos, tenía 8 años, pelo rubio, ojos marrones y de mediana altura. Vivía en Valencia, en un barrio normal, en el que todos se llevaban bien y no discutían. Él, nunca quería hablar con nadie ni ayudarles ni hacer nada con y por nadie hasta que un día sucedió una cosa extraña en él.Hubo un día que al levantarse se sentía raro, saludaba a todos los que veía por la calle y les ayudaba si veía que estaban haciendo algo que no podían, todos le notaban raro. Al día siguiente volvía a ser todo distinto, volvía a ser como antes, no saludaba a nadie y no les saludaba ni si veía que estaban haciendo algo que no podían. Nadie sabía que le pasaba hasta que un día lo descubrió el mismo. Cada día despertaba de una forma porque ha Carlos no le gustaba quedarse solo en su casa por la mañana cuando sus padres trabajaban y esos días son en los que Carlos no ayudaba ni saludaba a nadie, en cambio cuando sus padres no trabajaban por la mañana, era al contrario, saludaba y ayudaba a la gente.

jueves, 13 de enero de 2011

LAS TRES CAPERUCITAS Y EL LOBO PINOCHO. Ariana Guiñón.


Erase una vez tres caperucitas, Caperucita roja, que era muy desordenada y torpe, Caperucita verde que era muy antipática y no caía bien a muchos y Caperucita azul, que era muy inquieta y patosa. Iban a casa de su abuelo Gepetto para construir sus casas. Por el camino se encontraron con el lobo Pinocho, que les dijo que si iban por este camino, cuando estuviesen hechas, sus casas se romperían, y le creció la nariz, también les dijo que su abuelo sería devorado por una ballena si no les daba la cestita de frutas. Las niñas se asustaron, y el lobo consiguió las frutas. Cuando las niñas se pusieron a hacer sus casas, el lobo se comió a su abuelo Gepetto. Cuando las niñas acabaron sus casas, fueron a casa de su abuelo y le dijeron: -¡Abuelo! ¡Ya hemos terminado las casas! El lobo, que se disfrazó de abuelo, les dijo: -Ahora traedme una de esas frutas, por favor. Las caperucitas, se dieron cuenta de que era el lobo, e intentaron idear un plan pero como caperucita azul era muy patosa sin darse cuenta le dijo al lobo Pinocho: -Lobo tapate los oídos que mis hermanas y yo estamos ideando un plan para librarnos de ti.El lobo les dijo:- Vale pues si no me contáis el plan os comeré.Las caperucitas se asustaron y temblaron ante el lobo tan grande y tan malvado que estaba dispuesto a comerles, pero en el momento justo, apareció la madre de las caperucitas que llevaba una escopeta y el lobo salió disparado por la chimenea con el rabo envuelto en llamas.

"El niño que le gustaban las estrellas".Sonia García.


Había una vez un niño llamado Javier, que vivía en una ciudad llamada Berlín, tenia nada más y nada menos que ocho años, el siempre había soñado con volar para llegar a tocar las estrellas. Muchas veces cuando amanecía, se iba a la habitación de sus padres y les decía: -He tocado las estrellas, he tocado las estrellas!.Pero su madre le decía: -Hijo es imposible que hayas tocado las estrellas, solo ha sido un sueño.Javier triste se volvió a su cama y se puso a pensar como podría llegar a tocar las estrellas.Sus padres preocupados un día por la tarde, le dijeron: -Hijo tenemos que hablar.Y Javier le dijo: -Sobre que? -Sobre tus sueños. -Pero mama son sueños. -Ya hijo, pero tienes que entender que las estrellas están muy muy pero que muy lejos y nadie nunca a logrado tocarlas, si quieres verlas desde mas cerca puedes hacerlo con un telescopio tu padre y yo te lo compraremos si lo deseas. -Vale mama, ya comprendo, gracias papas. En unas semanas, Javier tuvo su telescopio y por fin lo comprendió todo, y todas las noches miraba las estrellas con su telescopio.

Mudanza a España.Yassmine Rabtaoui


Había una vez,en una bonita ciudad de un pais increible llamado Rumanía,vivía una chica de 10 años que se llamaba Beatriz.Beatriz era una niña alta y un poco delgaducha que vivía junto a sus dos padres.Su padre se llamaba Vasile y trabajaba en una fabrica de juguetes,su madre se llamaba María y era ama de casa.Un día llegó su padre a casa entristecido y les dijo a Beatriz y a María:-Me han despedido del tabajo-¿Qué?-dijo María aterrorizada-¿porqué?-No lo sé-respondió Vasile-lo unico que sé es que vamos a mudarnos a España-¿A España?-dijo Beatriz-Sí a España y nos mudaremos el miércoles que viene-respondió VasileLlegó el día indicado y la familia se mudó a España.Lo primero que hicieron fue ir a un hotel donde se asentaron varios días.Un día salieron a comprar una casa donde vivir.Encontraron una buena casa y la compraron.Después de unos días llevaron a Beatriz para apuntarla a un colegio.Llegó el día de que Beatriz entre al colegio.

martes, 11 de enero de 2011

¡Chio Vuela! Ana Soriano


En un bosque perdido, lleno de grandes pinos, siempre existen muchos nidos y muchas clases de pájaros. Cuando los huevos que han estado cuidando con tanto esmero comienzan a abrirse, cientos de pájaros esperan ansiosos el alimento de sus madres.
Aquí comienza la historia de mi gorrión, Chío, un pichón que fue debidamente cuidado y debidamente alimentado por su madre.
Chío era un gran admirador de las nubes, de las montañas, del viento y del ruido del río. Su madre estaba tan embelesada con él que no quería que le abandonase nunca, como hacen el resto de las aves, así que jamás le enseñó a volar.
A Chío no le importaba demasiado porque desde su árbol podía contemplar todo lo que le gustaba pero, a veces, cuando veía a los demás volando a su alrededor, sentía ganas de intentarlo. Su madre le asustaba diciéndole lo terrible que sería si cayera y se rompiera un ala, lo terrible que sería si un cazador le disparara, lo terrible que sería si un halcón le cazara….
Un día, esto es precisamente lo que le ocurrió a su madre: un halcón le alcanzó mientras buscaba comida para Chío y él mismo vio cómo desaparecía con ella en las garras dirigiéndose hacia la montaña.
Chío necesitaba hacer algo, pero…¿qué?. Sintió tanto miedo al intentar volar, que sus plumas temblaban. Su madre había desaparecido, realmente no estaba y, lo que es peor, no volvería a estar. Lloró desconsolado porque ella lo había sido todo para él: su compañía, su alimento y su consuelo.
La soledad le invadía día tras día y se moría de hambre. No había otra opción: ¡echar a volar! Y así lo hizo, sabiendo lo que podía pasar, acordándose de las advertencias de su madre, de los peligros que podía correr, pero ¡tenía que hacerlo!.
Chío se asomó en la rama, vio la altura tan impresionante en la que estaba y dijo: allá voy. Se lanzó muerto de miedo pero sus alas se abrieron como si hubiera volado siempre, era algo para lo que él estaba preparado y le costó un poco conseguir un buen equilibrio. Volvió a hacerlo una y otra vez y se sintió vivo, capaz de vivir por sí mismo, descubrió una vida que jamás había tenido.

Pensó en todo el tiempo que había perdido observando al mundo, pensó en el amor protector de su madre que, sin darse cuenta, había robado la posibilidad de que él se arriesgara, él decidiera, él se equivocara, él rectificara si hiciera falta.

Chío empezó a vivir muy tarde, pero empezó. Todos debemos empezar a vivir nuestro propio vuelo.

Peter Pan y los siete enanitos. Guillermo Esteve.




Había una vez en que los siete enanitos se fueron de su cuento porque no aguantaban a Blancanieves, porque no limpiaba la casa, ni hacía el puchero que tanto les gustaban a los enanos.

-¡Vámonos de este cuento!

Así lo dijeron, así se fueron, los enanitos tanto caminar y caminar llegaron a la ciudad de Londres, cuando de repente un niño volaba y dijeron:

-¡Éste cuento es el de Peter Pan!

Peter Pan los cogió y echó a volar al país de Nunca Jamás, al llegar se embarcaron en el barco del capitán Garfio y lucharon. Al luchar Mudito se tragó el jabón como siempre y empezó a tirar burbujas que molestaban mucho y sus resbalones acabaron con los piratas.

-¡Ip,ip,ip! Decía mudito.

A los enanos no les gustaba este cuento porque añoraban a Blancanieves y el bosque, hasta la mina de diamantes que les costaba tanto sacar.

Los enanos se preguntaron:

¿Os ha gustado este cuento?

Todos dijeron, NO!!!!!

Pero sorprendentemente mudito dijo:

-Mal.

Los enanos se quedaron patidifusos con la respuesta, pero por suerte han oído hablar a su compañero Mudito.

Los músicos de Segorbe.Rubén Martínez.


Hace ya mucho tiempo, cerca de la ciudad de Segorbe, un matrimonio vivía en una masia llamada Tristán, tenían un burro que, desde hacía muchos años, les ayudaba en las labores más pesadas del campo. Pero ya era muy viejo y no podía trabajar igual que cuando era joven.-Lo venderé. Ya no sirve para nada- oyó que decía el amo a su mujer.Y sin pensarlo dos veces, el burro cogió el portante y se marcho por el camino que llevaba a Segorbe.Cuando había caminado un buen trozo pasó por una masia llamada Ferrer y oyó un perro que se quejaba:-¡Ay, pobre de mí! Me han abandonado; dicen que ya soy viejo y que me paso el día durmiendo. -¡Ven a Segorbe conmigo!, he oído tus ladridos son los mas melodiosos que he escuchado en mi larga vida. Y junto a mi bonito rebuzno podemos hacer un dúo muy dinámico.- Le dijo el burro.Al cabo de un rato, el burro y el perro, oyeron los maullidos de un gato que procedían de una masia llamada La Rodana.-¡Después de cazar tantos ratones y ratas, ahora dicen que ya no valgo y me echan de casa!-Ven con nosotros a Segorbe; en lugar de un dúo podemos ser un trío.- le dijeron el burro y el perro.Ya hacía un rato que caminaban los tres juntos cuando escucharon del gallinero de la masia de San Juan:-¡Quiquiriquí…! ¡Mi dueña tiene invitados a comer y quiere asarme en la olla express!- Pues vente con nosotros a Segorbe haremos un súper cuarteto musical –dijeron el burro, el perro y el gato.Estaba anocheciendo cuando vieron las luces de Segorbe. Los animales se pusieron muy contentos.Cuando entraron al pueblo resulto que había una verbena. Los animales sin pensarlo dos veces subieron al escenario y se pusieron manos a la obra. Todos a una empezaron la música:-¡Miau, miau, miau!- maullaba el gato.-¡Hi ho, Hi ho, hi ho!- rebuznaba el burro.-¡Guau, guau, guau!- ladraba el perro.-¡Quiquiriquí!- cantaba el gallo.La gente sin poderlo evitar se puso a bailar y a reír. ¡Que bien se lo pasaron esa noche con esa música tan divertida! Al día siguiente corrió la voz por toda la comarca. Los músicos se habían hecho más famosos que los Rollin Stone.Lo que quiere decir que cuando alguien se hace viejo no significa que no sirva para nada.