viernes, 7 de enero de 2011

EL soldadito de plomo. Hugo Giménez.


Tomasín era un niño que vivía en una bonita y feliz familia. Su madre, se llamaba Pilar, era una mujer simpática y buena, trabajaba en un supermercado, al que Tomasín le encantaba ir y ver como su madre reponía las cajas, hacer la compra con ella, etc. Su padre se llamaba Toni, un hombre fuerte y valiente que cuando era más joven era militar, pero desgraciadamente en época de guerra le amputaron la pierna, ahora él va en silla de ruedas, pero a pesar de la tragedia, Toni era feliz junto con su mujer y su hijo y hacía una vida normal con ellos, ha Tomasín le encantaba escuchar las batallitas que le contaba su padre que ocurrían en la guerra.

El pequeño era un niño humilde y estudioso, al que le encantaba jugar con sus padres y amigos en los ratos libres.

Tomasín esperaba con gran ilusión la Navidad, le encantaba por ser la época del año en la que se reunía con su familia en cenas y comidas, tenía muchas vacaciones en las que podía estar con sus amigos y familia, jugaba en la nieve y en especial lo esperaba por ser el mes en el que vienen Papa Noel y los Reyes Magos, Tomasín esperaba emocionado y fascinado la llegada de estos, todos los años le gustaba dejarles comida en el árbol para que se alimentaran ellos y sus camellos.

El día 25 de Diciembre Tomasín se levantó rápidamente emocionado hacia el árbol, para ver que le había traído Papa Noel, habían muchos, muchos regalos, entre ellos la mayoría para Tomasín, los abrió uno a uno ilusionado, le regalaron ropa de abrigo para la nieve, juegos de mesa para jugar en familia, un trineo para la nieve, etc.

Tomasín quedo muy contento al abrir los regalos y pasó el resto del mes de Diciembre y de Enero hasta el día de los Reyes, jugando con sus nuevos juguetes que le había dejado Papa Noel.

Una vez llegó el día de los Reyes Magos, Tomasín se levantó de nuevo ilusionado para ver que le habían traído los Reyes Magos, esta vez no habían tantos regalos como la vez pasada, pero si había uno para Tomasín, este lo abrió muy ilusionado por ser su único regalo, al abrirlo quedo fascinado, era un soldadito de plomo.

Este soldadito le recordaba mucho a su padre, a las batallitas que le contaba, era precioso, llevaba un traje reluciente, con una chaquetita verde con muchos botones, unos pantalones negros brillantes y un gorro enorme.

Tomasín pasó las navidades jugando con el soldadito de plomo, día tras día se levantaba con ilusión de jugar con él, y cuándo llegaba la noche lo guardaba en el baúl junto con los demás juguetes y se iba a cenar con sus padres, a pasar un rato con ellos y se iba a la cama a descansar.

Cuándo pasaron las Navidades y empezó el colegio, Tomasín dejo de lado los juguetes.

El soldadito se pasaba día tras día con el resto de los juguetes encerrado en el baúl, a este al haber pasado tanto tiempo con el niño, le había surgido sentimientos y cobró vida, echaba mucho de menos a Tomasín, se sentía muy solo en el baúl, porque el resto de juguetes no sentían ni tenían vida.

El soldadito decidió que tenía que hacer algo, porque se sentía muy solo, ya que Tomasín no jugaba con él, decidió que podía intentar hacer lo mismo que hicieron con él, jugar con los juguetes y cobrarles sentimientos.

Y así lo hizo, día tras día, jugaba con ellos, los tocaba, hablaba con ellos, pero el no recibía respuesta, los juguetes seguían igual que siempre quietos y sin moverse, pero el soldadito no perdía la esperanza y lo volvía a intentar de nuevo, hasta que al final se empezó a cansar de no recibir respuesta, estaba apunto de rendirse hasta que un día estaba el tranquilo descansando en el baúl, y escucho un ruido, y era el de un caballo, que había cobrado vida, el soldadito se puso muy, muy contento, y empezaron a hablar y a hablar, tenía tantas cosas que contarle…

Llego el día en el que el caballo y el soldadito tenían ganas de salir del pequeño y oscuro baúl y poder cabalgar libremente, y decidieron que iban a intentarlo, apilaron unos cuantos juguetes para hacerlos como de escalera, y por fin lo consiguieron.

Al salir al exterior, rápidamente se escondieron por miedo a que les descubrieran y les volvieran a guardar.

Tomasín llegó a su cuarto y descubrió al caballo y al soldadito fuera del baúl, y se preguntó como había llegado hasta allí, este iba a guardarlos en el baúl, y entonces el soldadito intervino y habló, Tomasín quedo fascinado porque él no sabía que habían cobrado vida.

El soldadito le dijo que por favor no le metiera en ese oscuro y pequeño baúl y también le contó lo defraudado que estaba con él por haberlo dejado solo tanto tiempo en el baúl sin jugar con él, Tomasín se alegro muchísimo de tener a su juguete favorito con vida y se disculpó por haberlo tenido tanto tiempo encerrado.

Tomasín mantuvo en secreto lo del soldadito y el caballo, los tenía en su cuarto de mascotas, jugaba con ellos todos los días y siempre que no había nadie en casa los dejaba correr libremente.

Tomasín junto con sus juguetes vivientes, el caballo y el soldadito de plomo, vivieron felices y comieron perdices.

1 comentario:

  1. Hola soy Celia, me ha gustado tu cuento sobre todo por el mensaje que me queda,y es que deseamos juguetes y cuando ya los hemos conseguido los metemos en un baúl y no nos acordamos de jugar con ellos.

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