lunes, 3 de enero de 2011

La gran carrera. Irene Pi.

El día amanecía soleado y agradable. Los animales, que ya se habían despertado, paseaban alegremente por el bosque. Por su parte, Blancanieves, limpiaba la casa de los enanitos mientras cantaba una de sus canciones preferidas, esperando que los enanitos despertaran. Mientras tanto llegó una bella paloma mensajera, Blancanieves la saludó y leyó el mensaje que traía. El mensaje era el siguiente:

Gran carrera, a medio día, en el lago mayor.

Blancanieves se despidió de ella y corrió a avisar a los enanitos la noticia.
Una vez estuvieron en el salón ella les dijo:
- Hace un momento ha venido la paloma mensajera avisándome de que se va a celebrar una competición en el bosque. ¿Os apetece ir?
- ¡Mujer!, según- dijo Mudito.
- ¿Quien participa?- pregunto Mocoso
- No lo sé, no venia en el mensaje- contestó Blancanieves
- Yo creo que será una chorrada- gruñó Gruñón.
- Pues a mí si que me gustaría ir, pero cuando me termine de despertar- balbuceó Dormilón.
- Yo creo que será divertido- afirmó Blancanieves.
- A mi me da igual–aseguró Indeciso.
- Será muy aburrido- vaticinó Gruñón.
- Pues te llevas un crucigrama, porque vamos a ir todos- concluyó Blancanieves.
Cuando llegaron ya había muchísima gente. Unos tomaban asiento, otros conversaban formando corros y otros se concentraban alrededor de los competidores, la tortuga y la liebre.
A pesar de que aún faltaba un buen rato, la gente comenzaba a hacer apuestas y casi todos optaban por la liebre. Pocos, muy pocos, confiaban en la tortuga.
Cuando sonó el pistoletazo de salida, la liebre se lanzó disparada como un cohete y rauda desapareció. En cambio, la tortuga salió a su paso, muy segura de sí misma, consciente de que la carrera no acababa a la vuelta de la esquina.
Tras unos kilómetros, la liebre empezaba a fatigarse y pensó que aunque descansara un poco no pasaría nada, así que buscó el árbol más próximo y se tumbó. Estaba tan bien a la sombra de aquel frondoso árbol, disfrutando de la tranquilidad y la frescura que se respiraba en el bosque, que se durmió.
Transcurrido un buen rato la tortuga pasó por al lado de la liebre y comprobó que se había dormido. Por un momento pensó en despertarla, pero luego recordó que antes se había burlado de ella y consideró que le serviría de lección. Así siguió su camino.
Cuando la tortuga llegó a la meta el público se sorprendió, pocos pensaban que fuera a ganar la tortuga. No obstante, cruzó la línea final triunfante.
Pasado un buen rato llegó la liebre y, sorprendida, se extrañó que no hubiera nadie en la meta. Atónita, comprendió, poco después el por qué de este hecho.
A escasos metros de allí tenía lugar la ceremonia de entrega de premios y en lo alto del podium se situaba, nada más y nada menos, la tortuga. Ésta, eufórica, saludaba al público entusiasmada al tiempo que agradecía al Príncipe del lugar su participación en la ceremonia de entrega de premios. La gente no paraba de aplaudir, además, el tiempo acompañaba y como ya tenían el deposito lleno porque venían de comer, no pararon durante un cuarto de hora.
Mientras tanto, el Príncipe había quedado prendado por la belleza de aquella encantadora joven, blanca como la nieve que, acompañada por siete enanitos, aplaudía con fervor entre el gentío. Por supuesto, a partir de ese momento comenzó una nueva carrera y un nuevo cuento, el del Príncipe enamorado que partió raudo y veloz tras su amada.

2 comentarios:

  1. Hola soy María de 1ºF. Lo que mas me ha gustado de tu cuento es que te explicas muy bien. Y lo que menos me ha gustado es que es un poco largo.

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  2. HOLA soy Laura Hervás de 1ºD me ha gustado porque mezcla varios cuentos pero lo que menos me ha gustado es que cuando habla de la liebre y la tortuga es el cuento que todos conocemos.

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