jueves, 30 de diciembre de 2010

La Curiosidad mató al gato. Ángela Mínguez.


Curiosidad era una mujer de cincuenta años, bajita, regordeta, con un andar extraño de pasitos cortos. Su pelo ahuecado y siempre tintado de rojo chillón llamaba la atención, sus labios eran gruesos y siempre pintados, es decir, Curiosidad nunca pasaba desapercibida.
Ella tenía un carácter muy superficial y extravagante. Siempre había tenido una manía: era muy supersticiosa.
Aquel día tenía una entrevista de trabajo muy importante y se había levantado con el pie izquierdo y… ¡qué casualidad! ¡Era martes y 13!
Antes de salir de casa para dirigirse a la entrevista, realizó todo tipo de rituales. Leyó el horóscopo que le predecía un día inolvidable y a continuación, metió todos sus amuletos de la suerte en sus bolsillos (su trébol de cuatro hojas en el bolsillo izquierdo y su herradura en el derecho) y se colgó del cuello su escarabajo egipcio de la suerte. Después cogió su coche no sin antes esquivar una escalera que había apoyada en la pared.
Al llegar a un cruce… ¡el colmo de la mala suerte! ¡Un gato negro comenzó a cruzar la calle! ¡Qué inoportuno! Algo en la otra acera había despertado la curiosidad del animal. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la mujer y dudó por un breve instante ¿aceleraba o pisaba el freno? Aceleraría para perderlo antes de vista pero… el gato, sin dejar de mirar la acera de enfrente, cruzó y se metió debajo de las ruedas del coche y Curiosidad, muerta de miedo, miró por el espejo retrovisor y pensó: “El bicho repelente, ni se mueve… ¡Para que luego digan que siete vidas tiene un gato!” Y así fue como la Curiosidad mató al gato.
Aquel día el gato Negro se despertó a las 8h. para iniciar su ritual de estiramientos felinos, se limpió todas las partes de su cuerpo empezando por sus largos bigotes, siguió con sus delicadas patas y terminó por su hermosa cola. En ese momento recordó que tenía que visitar a su tía Felisa y se dirigió a la calle.
En un cruce , algo despertó su curiosidad felina y cuando se dispuso a cruzar, escuchó el ruido de un coche muy cerca, demasiado cerca, sintió que ya era tarde y… algo lo golpeó. Y así fue como la curiosidad mató al gato.

3 comentarios:

  1. Hola, soy María Orduña de 1ºE.
    Me ha gusatado, pero hay una cosa que no entiendo de tu cuento, cuando el gato se mete debajo de un coche ese ¿es el coche de Curiosidad?
    El final me ha parecido un poco pobre de explicaciones, pero no me esperaba que pasara eso.
    ¡ME HA GUSTADO MUCHO!

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  2. Hola, soy Hugo Marín de 1º G.
    El cuento es bastante original, porque esta visto desde dos perspectivas diferentes: Curiosidad y el gato Negro. Lo que no me ha gustado es que el cuento es un poco breve y que se podría añadir un desenlace mas largo en el que Curiosidad acudiera a su entrevista de trabajo y, al ver que todo le sale bien, deja de ser supersticiosa y a creer en la mala suerte. De todas las maneras es una buena narración.

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  3. Ángela, soy Irene Pi de 1º E.
    Me ha encantado lo de los dos puntos de vista y lo del juego de palabras entre la curiosidad y Curiosidad como persona.

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