viernes, 7 de enero de 2011

El tiovivo y Estocolmo. Eva Pedro



EL tiovivo.


Una vez llegó a Cesenatico un tiovivo, que total tenía seis caballitos de madera y seis coches encarnados un poco despintados. El hombrecillo que lo empujaba era delgado, pequeño, moreno y tenía la cara como de comer un día si y otro no. Los niños estaban siempre admirándolo y cogían rabietas para poderse montar las madres les decían vamos a ver a los delfines pero los niños solo querían subir al tiovivo. Una tarde un anciano subió a su nieto en un coche del tiovivo y el se subió a un caballo, cuando el hombrecillo empezó a girar el tiovivo el anciano dijo: - ¡Oh que maravilla! El anciano por un instante se sintió mas alto que el rascacielos de Cesenatico y su caballo galopaba digiendose a las nubes. El anciano desde el caballo veía los continentes y los océanos, dibujados en un mapa. El anciano se preguntó: - “Donde iremos”. El anciano al bajó del tiovivo tambaleándose y le dijo al hombrecillo: - ¿usted es brujo verdad?, pero no le digas a nadie que te he dicho eso porque me pueden decir: - ¿no ves que es peligroso montarse a su edad a un tiovivo porque puede marearse?


Estocolmo.

Un día en el mercado un hombrecillo vendía cosas la gente que pasaba se quedaba mirando las cosas que vendía el hombrecillo en su parada. Un día pasó un barbero que había salido del trabajo para ver lo que vendían en el mercado cuándo llegó a la parada del hombrecillo vio que el hombrecillo vendía una ciudad llamada Estocolmo la compró y se fue otra vez a trabajar. Al día siguiente el barbero salió de trabajar para ir a visitar Estocolmo la ciudad que él había comprado, cuando un hombre iba de camino a su barbería se encontró con el barbero y le dijo:
-Ahora voy que voy a visitar la ciudad que he comprado.
-¿cuál es? Dijo el hombre burlándose.
-Estocolmo. Bueno no me entretengo más que tengo que ir a visitar Estocolmo y después ir a la barbería.
-Bueno vale yo te espero en la barbería adiós.
-Adiós.

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